La tormenta de agua del pasado viernes probablemente haya precipitado la muerte de los dos polluelos. Éstos contaban con 20 días de vida, y se encontraban en el momento más vulnerable. Tenían ya un gran tamaño, lo cual dificultaba a su madre cubrirlos, sumado al hecho de que aún estaban sin emplumar. El plumaje que les protege de la lluvia lo adquieren aproximadamente a los 30 días.
Este suceso no es nada raro en el mundo natural. Alrededor del 50% de los polluelos de águilas pescadoras mueren en sus primeras semanas de vida, siendo la tercera semana la más crítica. La hembra es primeriza, con lo que también influye en el éxito reproductor.
La muerte de los polluelos tenemos que considerarlo como algo natural, parte del ciclo de la vida. En este caso lo verdaderamente sorprendente es que desde nuestras casas hayamos sido testigos en directo de este fenómeno natural.
Cuando ayer miles de personas estaban apenados por este suceso, Roy y Landa nos dieron una lección de vida. Retiraron los restos, continuaron arreglando el nido e incluso realizaron alguna cópula.
Somos conscientes de que las fechas son muy tardías para una segunda puesta, aunque de esta pareja podemos esperar cualquier cosa...
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